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Juntos contra el delito: cada vez más vecinos se unen en las redes para cuidarse entre sí

Alguien avisa que a la noche llegará tarde con la camioneta y enseguida dos o tres vecinos de su cuadra se comprometen a esperarlo afuera o, al menos, a estar atentos.
Otro repasa los puntos a tratar en la próxima reunión con el jefe del Comando de Patrullas y pide agregar al temario la falta de vigilancia en las paradas de colectivos. Con toda clase de "emoticones" se celebra que, al fin, la comisaría envió un móvil a tiempo y evitó, así, que se robaran las ruedas de un auto estacionado sobre una de las calles del barrio.

Cada vez son más los habitantes del conurbano que forman grupos vecinales en redes sociales para hacer frente al problema de la inseguridad. "Es la única forma de ayudarnos entre nosotros y de hacer oír la voz genuina del vecino, que es quien sufre a diario esta triste realidad", afirmaron.
El 21 de octubre de 2012, a las 5.30, Juan Diego Covello, camarógrafo de 25 años, volvía a su casa de un cumpleaños cuando un delincuente lo mató a golpes para robarle el celular. Ese día un grupo de vecinos de la víctima decidió organizarse para reclamar seguridad y, sobre todo, cuidarse entre ellos. Fue el origen de Vecinos en Alerta Ramos Mejía, un grupo de Facebook que ya cuenta con más de 30.000 miembros -es el más grande de La Matanza- y que, además de denunciar los delitos que ocurren en la zona, elevan propuestas al municipio y a la provincia; entienden que "la participación ciudadana no es solo ir a votar".

"La razón de la existencia de estos grupos es que la voz del vecino genuino no es escuchada, no tiene manera de llegar a las autoridades. Por la ley de seguridad pública de la provincia de Buenos Aires nuestro canal de reclamo deberían ser los foros vecinales de seguridad, pero en la mayoría de los casos esos lugares están ocupados por el poder ejecutivo de cada distrito. Los municipios son los que ponen a los presidentes de esos foros con el objetivo de acallar las voces de los vecinos", explicó Daniel Bracamonte, administrador del grupo.

La metodología de Vecinos en Alerta Ramos Mejía no solo se replicó en otras localidades del partido, como San Justo y Lomas del Millón, sino también en barrios de las zonas norte y sur del conurbano.

"Cada grupo tiene la impronta de sus administradores; en nuestro caso, los vecinos sienten confianza para compartir sus pesares, pero también gestionamos reclamos y llevamos propuestas a municipios, la provincia y la Nación. Intentamos darle una forma dinámica y establecer ciertas reglas que redunden en una mejora de la calidad de vida en nuestro barrio y sus alrededores. Sin banderas políticas y sin agresiones entre los miembros", afirmó Daniel.

Rossana Acosta Ruiz tiene 38 años y es estudiante de la carrera de Seguridad Ciudadana en la Universidad de Lanús. Aclaró que siempre le interesó el tema, recién se convenció de inscribirse cuando comenzó a disfrutar de su responsabilidad como administradora del grupo SOS Temperley, creado para "aportar soluciones a la inseguridad".

"Hace tres años hubo una entradera en mi cuadra y le dije a mi marido que teníamos que hacer algo por nuestro hijo. Quería que él disfrutara de jugar en la calle como lo había hecho yo", recuerda. Rossana escribió una nota al comisario pidiendo una reunión con los vecinos, que publicitó pegando carteles en los negocios del barrio. Una vez que lo tuvo enfrente le propuso armar un grupo de WhatsApp para usarlo en casos de emergencia. "Es como un 911, pero de nosotros", argumentó la vecina de Temperley.

"Se sumó tanta gente que tuvimos que separarnos en cinco grupos divididos por manzanas con 256 integrantes cada uno, que es el máximo que te permite la aplicación. Si pasa algo se avisa primero al 911 y luego al grupo, así se activa un mecanismo de alerta entre todos los miembros y colaboramos para que Temperley sea un lugar más seguro", se ufanó.

Para Hernán Castro, administrador del grupo Lomas Alerta, los grupos "son consecuencia de un incremento de la inseguridad en los últimos años". Destacó que frente a las autoridades "la decepción y el descreimiento son muy grandes, parece que nos tomaran el pelo".

Y explicó: "Al sentir la ausencia del Estado, el vecino aprovecha los grupos y plantea sus problemas cotidianos. Desde el robo de un auto hasta la desaparición de una persona. El grupo ya tiene casi 40.000 miembros y entonces todo se masifica y se obtienen respuestas. La gente confía más en los grupos que en las autoridades".

Sea por convicción, bronca o resignación, todos coinciden en la necesidad de la participación ciudadana. "A mí me gusta ir con el pedido en una mano y la respuesta en la otra. Sé que cuesta, pero recomiendo participar. La Constitución nos da esa oportunidad. Desde nuestro lugar podemos colaborar en la construcción del bien común", concluye Rossana.

Por: Gastón Rodríguez para La Nación

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