Nos Reunimos el Segundo Miércoles de cada Mes

NO HAY REJAS QUE IMPIDAN QUE MI MENTE SEA LIBRE

Liliana Cabrera (35) dicta un taller de poesía abierto a la comunidad. Lo mismo hace los martes en la Unidad 31 de Ezeiza (de madres) y los jueves, en la Unidad 4 (máxima seguridad).

"El primer taller que conocí cuando estuve detenida fue el de poesía y fue por los comentarios de otras compañeras. Más allá de poder escribir podías hablar con las chicas de afuera y ya el trato era diferente al que recibíamos adentro, era como una conversación de amigas", dice esta joven que durante los ocho años que estuvo privada de su libertad pudo encontrar su propia voz. Salió en 2013.

"La poesía fue como abrir una ventana a mí misma. Gracias a ella pude llegar a tantos lugares, publicar, conseguir un permiso para ingresar una computadora y una impresora en la cárcel. Para mí lo importante es que mis compañeras -porque estoy afuera. pero siempre van a seguir siendo mis compañeras- vean que si yo pude, ellas también pueden", dice Liliana, que un mes después de haber salido en libertad volvió a Ezeiza con cuadernos, lapiceras, versos y nuevas propuestas para escribir desde el alma.

La libertad es un capítulo nuevo en su vida. La discriminación. Encontrar trabajo. Empezar a disfrutar de una caminata por la ciudad, una tarde de sol, una buena comida. "Cuando salí fue difícil. Desde el Estado no había nada, un Patronato de Liberados que no existe. Te piden antecedentes para cualquier trabajo. Las personas que terminan en la cárcel son las mismas que se mueren en los barrios. Son las que no tienen oportunidades", dice.

Para ella la cárcel es la muerte en vida. Y ella quiere vivir. Seguir escribiendo. Ayudando a sus compañeras. "Cuando me fui del penal sentí que dejaba parte de mi familia y el taller es una oportunidad de volver a verlas. Cuando voy son los días más felices de mi semana. Muy loco, ¿no?", se pregunta. [http://bit.ly/1nB1zDX]

Foto: Fabián Marelli.

Fuente: La Nación

0 comentarios: