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Un grupo de mujeres presas fabricará brazos y manos 3D en la cárcel de Ezeiza

Será como parte de un convenio firmado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, junto al Servicio Penitenciario Federal, con la empresa Atomic Lab.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, junto al Servicio Penitenciario Federal, firmó un convenio con la organización no gubernamental sin fines de lucro Atomic Lab, destinada a la creación de manos y brazos mecánicos 3D.

Así, los internos e internas alojados en establecimientos penitenciarios federales fabricarán brazos y manos 3D en establecimientos penitenciarios, con el fin de incidir positivamente en la reducción de los índices de reincidencia y en procura de lograr un servicio público de calidad.

"Se trata ya no solo de generar trabajo, a través de las nuevas tecnologías, entre los internos para que incrementen en forma concreta las posibilidades de una genuina reinserción en la sociedad, sino que además este proyecto agrega el valor simbólico de permitirles un acto reparatorio mediante el cual pueden resarcir una pequeña parte de la deuda que tienen con la sociedad", explicó a LA NACION Juan Bautista Mahiques, subsecretario de relaciones con el poder judicial y asuntos penitenciarios.

El vínculo acordado tiene validez de un año y comenzará a ejecutarse en el Complejo Penitenciario Federal IV de Mujeres en Ezeiza, informó el Servicio Penitenciario en un comunicado.

En la actualidad, Atomic Lab cuenta con embajadores en 36 países. En todos los casos son voluntarios y ayudan a abastecer a la gran demanda a nivel mundial. Lo significativo de este convenio es que esta Organización no Gubernamental trabajará en conjunto a nivel institucional por primera vez.

Atomic Lab fue creada por Gino Tubaro, un joven argentino inventor. Tubaro diseño, a los cinco años, un sistema que organizaba canicas por colores. A los 12 ganó un premio por un invento que permitía encender las luces de su patio con las ondas Wi-Fi. Y a los 18 sorprendió a todos cuando empezó a fabricar prótesis de manos con tecnología 3D a un costo que apenas alcanzaba los $ 250, una iniciativa que le valió el reconocimiento del entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama durante su visita a Buenos Aires.

LA NACION Sociedad

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