Los márgenes
Una nueva vida mutilada y la aparición esperada por una familia que avecinaba el trágico encuentro con el lado mas oscuro de la paternidad: la muerte de un hijo.
En la infame construcción colectiva de la vida de Melina no faltaron lagrimas, indignación y reproches. Con absoluta impunidad se puso en tela de juicio sus preferencias, sus relaciones intra familiares, sus amistades y el desarrollo de su vida sexual.
En la infame construcción colectiva de la vida de Melina no faltaron lagrimas, indignación y reproches. Con absoluta impunidad se puso en tela de juicio sus preferencias, sus relaciones intra familiares, sus amistades y el desarrollo de su vida sexual.
Cual moralistas, cierto sector del periodismo ,nos demostraba como la joven transgredía los mandatos sociales sin siquiera detenerse en el evidente “NO” que puso freno a su vida. Por supuesto que en la trama prejuiciosa y disciplinaria resistirse a la orgia devenía en una nueva rebeldía de la menor mas que en un acto de dignidad, de pudor o recato ante la inminencia de una violencia distinta, seguramente nunca experimentada…
Es curioso y paradojal lo que ocurre en las sociedades enfermas de violencia: etiquetar y delimitar la infamia resulta todo un pasatiempo morboso…hasta catártico . Nos conmovemos pero a la vez buscamos causas de justificación que aminoren en nuestro espíritu el shock de esa vida arrancada en forma perversa.
Como si el escenario central de la trama policial necesitara un nuevo viraje “el basural” vuelve a ser cobijo para los cuerpos no dóciles, extirpados, flagelados, secuestrados y en algunos casos como el de Diego Duarte, desaparecidos…
Es el CEAMSE en Jose Leon Suarez, Partido de Gral.San Martin ese “no lugar”, ese espacio de anonimato, el “margen invisibilizado” de una sociedad que mira y no ve. Que prefiere los “frentes” y no los “fondos” de los espacios que co habitamos. Como si las cosas que ocurrieran en esos lugares nos fueran ajenas, inalcanzables…
Y de pronto la realidad nos traduce, en un lenguaje claro y drástico, esos paradigmas de comodidad que nos confundían. Nos explica que el cuerpo mutilado excede al de la adolescente juzgada para transformarse en el espejo de un cuerpo social en carne viva, violento, deforme y pestilente. Un conglomerado de voces que, cual torre de Babel, no logra establecer las bases de una comunicación certera capaz de adentrarse en las verdaderas causas y no solo en los resultados ignominiosos.
¿Es que podemos pensarnos “al margen” de la violencia cotidiana?
¿Podemos decretar que no formamos parte de los mecanismos de consentimiento de la corrupción, de la desaprensión hacia “el otro”, de las reacciones hostiles, del resentimiento y el desasosiego acumulados?
Tal vez tengamos , en definitiva, mas cuestionamientos que respuestas; mas dudas que certezas; mas pre-juicios que comprensión acabada del mundo que nos circunda.
Es entonces que la violencia del despojo de estas vidas no tendría que sorprendernos en tamaña forma, porque debiéramos comprender que no es sino una clara resultante del odio, la discriminación, el machismo, la cosificación de la mujer, el auge por el éxito instantáneo, la necesidad de pertenecer …
Apoyados ya en la “no-sopresa”, en la admisión de la derrota colectiva, daremos el paso hacia adelante y comenzaremos un proceso de dialogo comunitario impostergable, tendiente a reducir al máximo las posibilidades del delito.
Y es en ese paulatino pero posible destino donde” la palabra de nuestros muertos” nos ofician de faros…
Dr. Diego Dieguez Ontiveros (@diego_dieguez)
Es curioso y paradojal lo que ocurre en las sociedades enfermas de violencia: etiquetar y delimitar la infamia resulta todo un pasatiempo morboso…hasta catártico . Nos conmovemos pero a la vez buscamos causas de justificación que aminoren en nuestro espíritu el shock de esa vida arrancada en forma perversa.
Como si el escenario central de la trama policial necesitara un nuevo viraje “el basural” vuelve a ser cobijo para los cuerpos no dóciles, extirpados, flagelados, secuestrados y en algunos casos como el de Diego Duarte, desaparecidos…
Es el CEAMSE en Jose Leon Suarez, Partido de Gral.San Martin ese “no lugar”, ese espacio de anonimato, el “margen invisibilizado” de una sociedad que mira y no ve. Que prefiere los “frentes” y no los “fondos” de los espacios que co habitamos. Como si las cosas que ocurrieran en esos lugares nos fueran ajenas, inalcanzables…
Y de pronto la realidad nos traduce, en un lenguaje claro y drástico, esos paradigmas de comodidad que nos confundían. Nos explica que el cuerpo mutilado excede al de la adolescente juzgada para transformarse en el espejo de un cuerpo social en carne viva, violento, deforme y pestilente. Un conglomerado de voces que, cual torre de Babel, no logra establecer las bases de una comunicación certera capaz de adentrarse en las verdaderas causas y no solo en los resultados ignominiosos.
¿Es que podemos pensarnos “al margen” de la violencia cotidiana?
¿Podemos decretar que no formamos parte de los mecanismos de consentimiento de la corrupción, de la desaprensión hacia “el otro”, de las reacciones hostiles, del resentimiento y el desasosiego acumulados?
Tal vez tengamos , en definitiva, mas cuestionamientos que respuestas; mas dudas que certezas; mas pre-juicios que comprensión acabada del mundo que nos circunda.
Es entonces que la violencia del despojo de estas vidas no tendría que sorprendernos en tamaña forma, porque debiéramos comprender que no es sino una clara resultante del odio, la discriminación, el machismo, la cosificación de la mujer, el auge por el éxito instantáneo, la necesidad de pertenecer …
Apoyados ya en la “no-sopresa”, en la admisión de la derrota colectiva, daremos el paso hacia adelante y comenzaremos un proceso de dialogo comunitario impostergable, tendiente a reducir al máximo las posibilidades del delito.
Y es en ese paulatino pero posible destino donde” la palabra de nuestros muertos” nos ofician de faros…
Dr. Diego Dieguez Ontiveros (@diego_dieguez)
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